Con su múltiple variedad de especies vegetales y animales, las selvas tropicales son los biomas más productivos de la Tierra y los de mayor biodiversidad. Se caracterizan por temperaturas medias anuales de 25'C, abundantes precipitaciones, de hasta 4.500 milímetros por año, y su factor limitante es la luz.
Las selvas se extienden en forma discontinua sobre dilatados territorios; la presencia de montañas, mesetas, lagos, pantanos y ríos impide que cubra toda la zona ecuatorial. La selva virgen se ubica en América Central y del Sur, África Central y en Malasia e lndonesia. El paisaje es parecido en todas esas áreas, pero cada una de ellas tiene características propias.
El suelo, que proporciona agua y sales minerales es poco fértil en la selva, ya que la materia orgánica es rápidamente descompuesta por el calor y la humedad, y los nutrientes son lavados por las intensas lluvias. Además, permanece húmedo, ya que el follaje espeso absorbe casi toda la luz y no permite el paso de los rayos solares hacia el interior. La visibilidad alcanza unos 20 metros.
Una vegetación espesa:
La vegetación dominante es arbórea, con ejemplares de 20 hasta 40 metros de altura. Contra lo que se cree, los árboles de troncos altos y sin ramas bajas integran un paisaje en el que es relativamente fácil desplazarse.
También abundan las plantas epífitas -que viven sobre otras-, las típicas enredaderas leñosas llamadas lianas, los helechos, los arbustos y otras infinitas especies. Prosperan incluso formas de vida pertenecientes al reino de los hongos, las protistas y las moneras. Al carecer de clima frío, las plantas conservan su follaje durante todo el año.
La mayor parte de la vegetación consiste en árboles de madera dura, con muy pocas plantas herbáceas.
Opuestamente a alguna zonas boscosas de Europa o de América del Norte, donde hay pocas especies arbóreas predominantes y a veces una sola (por ejemplo pinares o robledales), en la selva virgen prosperan unas cien especies distintas de árboles por hectárea. Suele haber dos niveles de altura, el superior, que alcanza a 30 y más metros, y el sotobosque, que llega hasta los 15 metros.
Las lianas, los helechos, las plantas con flores y ciertas algas y musgos pueden crecer en la selva, pero sólo en la zona de mayor altura, donde reciben suficiente luz.
La fauna tropical: Los animales selváticos viven en los distintos estratos o fajas de vegetación, adaptados a sus características. Las aves de presa anidan en las copas de los árboles. Por debajo de ellas se encuentran los monos, los loros y los tucanes, que conviven con mariposas y flores coloridas. A nivel del suelo viven los antílopes, jabalíes, tapires, lagartos y serpientes, sapos, ranas y felinos, algunos de los cuales también trepan a los árboles. Son numerosos los saltamontes, escarabajos, hormigas, termitas y otros de gran tamaño. Para tener una idea de la biodiversidad selvática se puede considerar que en 10 km2 de superficie pueden convivir unas 760 especies de árboles, 125 de mamíferos, 400 de aves, 100 de reptiles y 60 de anfibios. En un solo árbol pueden contarse 400 especies de insectos. |
Las selvas prehistóricas:
Según la teoría de Charles Darwin sobre la evolución de las especies, los antepasados del hombre evolucionaron a partir de primates que habitaban en selvas y bosques tropicales, donde se alimentaban de tallos, hojas, raíces, semillas y frutos silvestres. Los homínidos, grupo de primates en el que está incluido el hombre -hoy su único representante-, abandonaron pronto la selva, pero continuaron aprovechando los recursos que ella les brindaba, no sólo en alimentos sino para obtener fuego y fabricar armas, viviendas y hasta medios de transporte.
En el pasado, las selvas cubrían superficies mayores que las actuales. Es probable que la selva africana se extendiera por el este y el norte hasta unirse con las selvas de Arabia y de la India. Se cree que la influencia del hombre sobre los cambios climáticos modificó el espacio en esas regiones. Los estudios han demostrado que hubo selvas vírgenes desde los tiempos del cretácico, hace más de 100 millones de años. Los fósiles de aquellas épocas confirman que el norte de Europa estuvo poblado de selvas semejantes a las que hoy cubren los trópicos.
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